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Junio 09, 2025 08:00 am

“Café Chairel”: una película que se bebe despacio


Fernando Barreda Luna presenta su proyecto más personal en el FICG; compite por el Premio Mezcal


Escena con los protagonistas de “Café Chairel”. 

En un cine cada vez más dominado por fórmulas, franquicias y algoritmos, “Café Chairel” emerge como una propuesta atípica y entrañable. La cinta, dirigida por Fernando Barreda Luna y rodada en el puerto de Tampico, participa en la selección oficial del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), dentro de la categoría Premio Mezcal. Con un ritmo pausado y una estética contenida, la historia retrata el vínculo emocional que nace entre dos personajes marcados por la pérdida, en un entorno cargado de memoria, silencios y nostalgia.

Protagonizada por Tessa Ía, Mauricio Isaac y Leo Deluglio, “Café Chairel” tendrá su premiere nacional en el marco de los 40 años del festival, tras haber recorrido previamente algunos certámenes en Estados Unidos.

La película, como la primera taza de café de la mañana, se saborea mejor despacio, en silencio y con atención. Así lo vive su director, quien comparte con EL INFORMADOR que llegar al FICG con esta cinta tiene un valor emocional particular.

“Es increíble que justo sea en los 40 años del festival, y que parte de mi carrera haya comenzado en Guadalajara, en sus mercados. Ahí conocí gente, inicié proyectos que luego se convirtieron en películas. Volver ahora con una película al Premio Mezcal es una maravilla”, expresó Barreda Luna, visiblemente emocionado por compartir con el público el resultado de un proceso largo.

La cinta, que narra una historia de sanación a través del encuentro de dos soledades, no es un producto prefabricado. Desde su concepción, el equipo creativo optó por evitar fórmulas comerciales o imposiciones externas. “Le teníamos tanto cariño a esta historia que no queríamos que alguien más interviniera, que la transformara para adaptarse a las tendencias. Muchas veces ni siquiera saben lo que realmente quiere la audiencia hasta que lo ven”, apuntó el director.

Este compromiso con la libertad artística los llevó a tomar el camino difícil de prescindir de una distribución asegurada desde el inicio. “No tener ese respaldo financiero detrás fue complicado, pero también fue lo que nos permitió tomar decisiones de guion, de casting, de ritmo y hasta de música. Si pierdes eso por vender tu película, entonces pierdes tu voz como director. Esperamos que encuentre su audiencia. Si es en salas, maravilloso. Si es en plataformas, también. Lo importante es que la gente la vea”, subrayó Barreda Luna.


La conexión emocional que “Café Chairel” genera no sólo se debe al trabajo del director, sino también a la implicación profunda de sus actores. Para Tessa Ía, el guion fue una revelación desde la primera lectura. “Es de esos guiones que agradeces leer. Inmediatamente me atrapó. Me hizo sentido el arco de la historia, el círculo perfecto entre los personajes, la manera tan humana de compartirse. Me pareció perfecto. Hice el casting, y qué bendición haber ido a retratar un lugar tan mágico como Tampico”, expresó la actriz.

Para ella, la película es una celebración de lo sencillo. “Se trata de la belleza de las cosas simples de la vida, como ese primer trago de café en la mañana que te apapacha por dentro. Es una bocanada de aire fresco”, dijo, destacando la ternura y profundidad que hay en lo cotidiano.

Mauricio Isaac, por su parte, destacó la complicidad del equipo y el proceso íntimo de construcción de la cinta. “Fue una experiencia hermosa. Al ser un equipo pequeño, tuvimos una convivencia muy cercana. Pudimos ensayar en la locación, en la misma casa donde se filmó. Fue como tomarte esa primera taza de café: va entrando a tu torrente sanguíneo y te llena de vida”, comentó el actor.

Para él, la película se mueve en una emoción ambigua y profundamente humana. “Tiene esa alegría triste, o tristeza alegre; una mezcla de sentimientos que se complementan. Es la posibilidad de fragilizarse, de ser humano, de compartir la soledad, que creo que todos hemos sentido en algún momento”, reflexionó.

Tessa coincidió: “Esa dualidad es muy humana. Como el café, que tiene su amargura, pero con un poco de crema se endulza. Puedes estar solo y acompañado al mismo tiempo. Y a veces, acompañarte a ti mismo también es una forma de darte la mano”.

Para Leo Deluglio, llegar a estrenar esta película en Guadalajara representa el cierre de un proceso largo y valioso. “Tardamos dos años en mostrarla al público, que en realidad es poco tiempo. He tenido películas que nunca se han estrenado o que tardan una década. Ahora, poder verla completa, sin tener que cambiarle nada, y que además nos guste tanto, es un gran regalo”, dijo el actor.

El tiempo de la maduración

Barreda Luna fue enfático en señalar que la película se realizó sin prisas industriales. “Hoy en día las películas se ruedan y al año ya están disponibles. Pero yo creo en el proceso natural, en dejar que las películas maduren. Me tomé ese tiempo y ahora veo la película sin esa espinita de que algo quedó mal. A nivel edición, estoy satisfecho”, compartió.

La edición no fue sencilla. El director recibió tanto material valioso que fue difícil decidir qué conservar. “Teníamos casi tres horas de película. Mauricio me lo hizo muy difícil porque cada toma era diferente, decía cosas nuevas, y todo era bueno. También Tessa y Leo crearon líneas nuevas en el set que aportaron muchísimo. Hay una parte que se oye en el tráiler donde Tessa dice: ‘Todos estamos solos’, y eso resume mucho de lo que la película quiere decir”, explicó.

Para el director, esa colaboración espontánea fue un regalo. “Esa creatividad que surgió en el set es lo que da vida al proyecto. Es la esencia de este cine que no busca complacer, sino expresar”.

Volver a casa con una cámara

Uno de los aspectos más significativos para Barreda Luna fue filmar en Tampico, su ciudad natal. “Casi no se hace cine en esa zona del país, y menos cine que trascienda fronteras. Poder llevar una producción allá fue importante para mí”, comentó.

La decisión estética fue alejarse de lo turístico o lo institucional. “No quería mostrar el progreso del municipio ni llenarla de clichés. Quería preservar el Tampico como lo recuerdo de niño: sus rincones abandonados, su estética de lo viejo, lo sucio, lo solitario. Esa sensación de melancolía que impregna la cinta”.

Como dice su director: “Ya la parimos, ahora hay que dejarla ir. Que encuentre su audiencia. No es una película convencional, pero es honesta”.


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